16/8/15

El irresistible culito del hermano menor


"Me acerqué por detrás y le bajé de un tirón el pantalón hasta media pierna, ocasionando que tratara de levantárselo nuevamente. 
Instintivamente, sin meditarlo, le apliqué un par de nalgadas por hacerlo y le dije que se quedara quieto. 
Casi de inmediato vi como fruncía las nalgas y ocultaba la cabeza. 
Observando esto y más envalentonado, cogí con mis dos manos su calzón por la banda superior, a la altura de las caderas y de un golpe se lo bajé hasta la base de las nalgas, descubriendo a mi vista un par de blanquísimas carnes con una ligera coloración rosada en una de ellas. 
En ese momento, vi como tensionaba aún más las nalgas y le indiqué que debería relajarse para recibir su castigo, pero sólo recibí su silencio. 
Sin moverse y con la boca apretada contra la mesa, me dijo que estaba dispuesto, mientras permanecía así, expuestas sus nalgas a mi ansiosa vista. 
Le pedí que pusiera sueltas las nalgas pero como no lo hacía, apliqué la técnica aprendida de dar unas palmaditas hasta lograr que finalmente estuvieran más sueltas.
Debo decir que fue un gran deleite para mí, puesto que las palmadas consistían en rítmicos y suaves golpes de mis dedos contra esas suaves carnes contenidas por una piel firme, como pude comprobar. 
El empezó a quejarse por la sensación de ardor.  
Instintivamente, coloqué con descuido mis manos sobre sus nalgas y, cayendo en cuenta, se las acaricié. 
¡Vaya que me puse cachondo con ello! 
Cuando concluí este impensado sobeo que se prolongó por unos deliciosos e interminables instantes, casi de manera natural, le aplique unas cuantas nalgadas más imprimiendo más fuerza y violencia  cada vez.
Cuando el irrestible culito de mi hermano menor ardía de calores y colores le subí los calzones, indicándole que podía vestirse. 
 Lentamente, mientras se incorporaba, giró su rostro hacia mí, aún dándome la espalda y pude observar, además del marcado rubor que inundaba sus mejillas, una amplia sonrisa que contagiaba hasta a su mirada, mientras me agradecía y me pedía que no dejara de castigarlo cada vez que considerara que había cometido una falta."


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