10/9/14

Pezones perforados y excitados



"En la Roma de los centuriones, los miembros de la guardia del César llevaban aros en los pezones cómo muestra de su virilidad y coraje así como un accesorio que les permitía colgar en ellos las cortas capas que usaban.
Los aros en las tetillas eran una insignia de honor que demostraba la dedicación del centurión al Imperio Romano. 
Como un símbolo, era importante y cumplía una función específica, la unificación y la unión del ejército. 
Incluso Julio César atravesó sus pezones para demostrar su fuerza y ​​su identificación con sus hombres."


"Los anillos agrandaban los pezones y los mantenían en un estado de excitación constante."

"Durante mucho tiempo no pude entender por qué tengo que dar consentimiento para una operación tan dolorosa y sin razón suficiente. 
Pronto, sin embargo, llegué a la conclusión de que muchos están dispuestos a soportar el dolor por el bien del amor. 
Observé con que el pechos de los que llevaban anillos eran más redondos y más firmes.
Entonces decidí perforar los míos;  apenas tuve mis pezones perforados, y cuando sanaron las heridas, comprobé que la experiencia no era en absoluto incómoda o dolorosa. 
Por el contrario, el leve roce y deslizamiento de los anillos provocaba en mí una sensación muy excitante, y con todos mis colegas, con los que tengo hablado este tema, han confirmado mi opinión ".
 "Anatomía y Destino" Stephen Kern


"Un amigo mío describe su piercing del pezón como un lightswitch para una erección. 
El piercing del pezón es muy eficaz para aumentar el tamaño de los pezones pequeños, y resalta y da relieve a los pezones hundidos. 
Proporcionan  placer sexual porque dan a su pareja algo para jugar durante las relaciones sexuales."

 

"A fines de 1890 se pusieron de moda en Francia unos anillos que atravesaban el pezón  a los que  les colgaban cadenitas para que quedaran más llamativos y lindos. 
Esto hacía que los que lo tuvieran estuvieran en constante estado de excitación. 
Lógicamente esta moda causó revuelo en esa época, pero como causaba tanto placer en quienes lo usaban pronto el llevarlos  aunque aceptado fue secreto."


"La primera vez que me sentí atraído por el piercing fue allá por 1992.
 Vi uno en las playas, y la imagen me perturbó tanto que ya no me la pude quitar de la cabeza. Sabía que quería uno para mí. Me excitaba mucho la idea de tener una zona tan sensible como el pezón con un pendiente que colgara y estimulara la zona.  
Todo el mundo me decía que era un procedimiento muy doloroso, y lo cierto es que si hay algo que me asuste más en este mundo, es el sufrimiento físico. Me lo tuve que pensar mucho y en contra de la opinión de mi pareja, me decidí a perforarme el pezón. Busqué información, pero era una tarea muy difícil, Internet era sólo un embrión, así que lo único que podía encontrar eran informaciones breves y un tanto vagas del piercing en revistas gays. Busqué y busqué, y la verdad, había muy pocos locales especializados en realizar piercings, eran escasos, muy escondidos y a veces no te inspiraban de ningún modo confianza. Un día de 1994 un amigo me llamó excitado: se había hecho un piercing en el ombligo. Le pregunté dónde se lo había hecho y me dio la dirección de un local de Barcelona que realizaban tatuajes. Me puse muy nervioso, pero una tarde de sábado me acerqué y entré a preguntar. Me atendió un chico amable, me informó y me dijo todo lo que yo quería saber, aunque me avisó que me dolería, pero que sería sólo unas décimas de segundo. Respiré hondo y decidí hacérmelo. Estaba muy nervioso, el chico me preguntó en qué pezón quería el piercing, y la verdad, me daba igual. Decidió hacérmelo en el pezón derecho. Para calmarme mientras preparaba todo, me iba preguntando cosas, que yo contestaba tembloroso. Me desinfectó la zona y después me marcó los orificios de entrada y salida de la aguja. Me tumbé y en un instante sentí el dolor más intenso que jamás haya vivido! pero cuando ya había emitido un leve gemido, la aguja ya estaba insertada. La imagen era fantástica! En seguida me insertó el pendiente, uno de diámetro pequeño. Me lo cerró y ya está! Me dio la simbólica bienvenida el club del piercing junto con las instrucciones para la cura. Llegué excitado a casa lo más rápido que pude y cuando vi la imagen en el espejo, ufff, no me lo podía creer!
Podía sentir el pendiente balanceándose cuando caminaba, así que siempre lo tenía en mi mente. La cura duró varias semanas. No hubo complicaciones, aunque me salían muchas costras y a veces sentía en la zona un dolor agudo."


El verano del año pasado decidí perforarme el pezón izquierdo, por motivos estéticos y personales.
Acudí a un local donde veraneaba. Esta vez el procedimiento fue más sencillo y nada doloroso, ya que me aplicó una anestesia local, cosa que le agradecí; aún me acuerdo del dolor del primero!
La sensación era extraordinaria, sentía a cada momento los pendientes y la zona se me sensibilizó tanto que me molestaba el roce de las camisetas!
El momento en que cumplían mejor su función era a la hora del sexo: con el balanceo de la penetración me producían un constante, excitante y placentero estímulo extra!"

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