18/2/12

El aullido profundo del fisting

"En otra sala, empujo la puerta del cubículo de paredes metálicas y veo a un chico muy flaco que está de rodillas y con la cara apoyada contra unos barrotes de hierro que imitan a los de una cárcel.
Me llega un leve olor a poppers. El chico levanta los ojos hacia mí, abre la boca y me saca una lengua enorme.
Entro corro el pestillo de la puerta, me desabrocho los vaqueros y me saco la polla.
Se la mete en la boca, me la chupa y lanza un gemido cuando el ángel azul me la convierte en una barra de granito.
Luego me saca los huevos de la bragueta y me los lame suavemente, como a mí me gusta.
El chico tiene experiencia y sabe mantener los dientes a raya. Una garganta profunda.
Su lengua me lame los huevos cada vez que recorre mi polla en toda su longitud.
Se agarra a los barrotes y yo hago lo mismo.
Arriba y abajo, arriba y abajo.
Se echa atrás para tomar aliento.
Tiro de él por debajo de su mejilla y salgo del cubículo. Esto no ha hecho más que empezar.
Tras observar varias mamadas más, me quedo un rato en un cubículo que tiene un sling, observando a un tío vestido con un chaleco de cuero mientras le saca el puño del culo del que está en el sling; luego le pone un poco más de Crisco y le vuelve a meter el puño hasta llegar a la mitad del antebrazo.
El tío que está en el sling deja escapar uno de esos profundos y patéticos aullidos que sólo lanzan los que practican el fisting.
Quizás los hombres tengamos una laringe suplementaria en nuestros culos."



De: "Bendito sea el ángel azul" autor Daniel M. Jaffe

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